15 octubre 2009
Infinito
Qué manía de lo neonato
de morirse
a cada instante,
para reencarnar
en otro rostro
sus mismos ojos...
y volver a morirse.
Qué capricho
el de aquel faro lejano,
cuando gira
hasta encandilarnos
y luego sigue de largo;
dejándonos la amargura
de la repetida pérdida.
Qué terca testarudez
que padece mi inconsciencia,
caminando imperturbable
hacia aquello
que indefectiblemente se alejará
Hasta el próximo tic tac.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
nada me perturbara en mi camino aun sabiendo que todo terminara en algun instante...
ResponderEliminares mejor no pensar hasta que no concluya...
ahi sera el momento de sufrirlo... no antes...
Espero ser ese rostro ya definitivamente reencarnado, pues no pienso volver a morir.
ResponderEliminarSi tus ojos encandilados y tu espíritu adulado pueden verme, estoy aquí, de rodillas, vencido, pero aquí más que nunca.
JJG